LAS INQUIETUDES DE SHANTI ANDÍA,
Pio Baroja
Cuando cambia el tiempo, experimento la nostalgia de sentir la paz profunda del mar, de su abandono y soledad. Entonces voy a pasearme por la playa de las ánimas, y contemplo, como si fuera por primera vez en mi vida, las tres rayas de espuma de las olas que rompen en la arena.
En la primavera me produce una gran alegría. En otoño, una gran tristeza, tan extraña, que me parece que sería muy desgraciado si no la sintiera alguna vez.
En estos días de noviembre, cuando vuelve la humedad y el dominio del gris, cuando vuelven las línes vagas y borrosas y vuelve el silbar agudo del viento, cuando el arroyo Sorguiñerreca semeja un torrenta, entonces me gusta pasear por la playa y saturarme de la enorme melancolía del mar y empaparme en su gran tristeza.
Luego, cuando ya estoy saturado de espumas, de olas, de gemidos del viento, subo por la Cuesta de los Perros hasta lo alto de las dunas, y avanzo por entre los maizales. Allá está la aldea tranquila donde vivo, allá están los míos. Voy acercándome a mi casa. La familia, en estos días de invierno, reunida en la cocina, delante del hogar, me espera.
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